Al habla con Don Bisca
- Iván
- 5 jun 2022
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 11 jun 2022

Lo conozco desde siempre. O al menos eso creía hasta que tuve la oportunidad de conversar con él. Lo 'descubrí' hace muchos años mientras hacía zapping en busca de algún programa televisivo de mi interés. No era la voz líder de esa transmisión deportiva, pero sus opiniones y visiones tácticas en aquel partido de fútbol de la Liga Española me resultaron llamativas. Su dominio sobre el tema, sumado a su estilo para explicar cada acción del juego, me mantuvieron 'enganchado' hasta el final.
¿A quién pertenecía aquella voz con marcado tono argentino y que con precisión casi quirúrgica desglosaba cada aspecto del encuentro? ¿Era siquiera posible manejar tantas estadísticas o poseer registros sobre cualquiera de los conjuntos en el campo? ¿Cómo conseguía fusionar su bagage cultural con un simple partido? O, simplemente, ¿quién era ese hombre al que el relator llamaba Don Bisca?
Nacido en la ciudad de Buenos Aires hace más de cinco décadas ya, Eduardo llegó al periodismo por su insaciable sed de convertir momentos en imágenes y con ellas contar historias. Sentía una especie de idilio por la fotografía. Influenciado por la revista El Gráfico, una suerte de fuente inacabable de instantáneas con alto valor historiográfico -como él mismo la define-, se adentró en el mundo de los negativos y laboratorios colmados de rojas luces.
Llegó al periodismo por su insaciable sed de convertir momentos en imágenes y con ellas contar historias.
Su pasión en deportes como el ciclismo, el fútbol o el atletismo lo llevó a captar fotogramas con alto valor artístico e informativo. Algunos ocuparon planos estelares, incluso en la revista que lo inspiró. Como aquel del gol anotado por Hernán Crespo para que River Plate derrotara a Argentinos Junior en el Torneo Apertura de 1994. Otros, no menos importantes, se publicaron en Atletismo Argentino, espacio que aún se edita en su país natal y que lo trajo a La Habana en el lejano año de 1991 para cubrir los XI Juegos Panamericanos. Allí, en la capital cubana, tomó el pulso de toda una nación y conoció de cerca a quien luego se convertiría en uno de sus ídolos deportivos, la corredora Ana Fidelia Quirot.
(1) La saltadora argentina, Andrea Ávila, posa para la revista El Gráfico en marzo de 1995. (2) El delantero, Hernán Crespo, celebra el gol que le dio la victoria a River Plate sobre Argentinos Junior. Portada de El Gráfico del 26 de septiembre de 1994. (3) Celebración de la corredora cubana, Ana Fidelia Quirot, tras obtener la medalla de plata en los 800 metros en los XXVI Juegos Olímpicos en Atlanta 1996. Imágenes extraídas de la página personal de Eduardo Biscayart
Ana Fidelia pasó por delante de donde yo estaba con su bandera en alto y con una alegría incontenible, una sonrisa tan grande como su logro. Fue un momento único que pude captar y que convertí en una de mis instantáneas favoritas.
La historia de la también conocida como Tormenta del Caribe, de demostrada valía dentro del campo y pista, pero agigantada tras recuperarse de un accidente doméstico que le causó incontables heridas en su cuerpo, lo motivó a seguirla de cerca. A tenerla siempre 'encuadrada' en su lente. Tras alzarse con la medalla de plata en la doble vuelta al óvalo durante los XXVI Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, "Ana Fidelia pasó por delante de donde yo estaba con su bandera en alto y con una alegría incontenible, una sonrisa tan grande como su logro. Fue un momento único que pude captar y que convertí en una de mis instantáneas favoritas", asevera.
Eduardo Biscayart se define a sí mismo como un privilegiado al tener la oportunidad de contar las historias que emanan del deporte. 'Cargado' de muchas de esas vivencias recaló en la cadena de noticias CNN en su versión en español. Allí comenzó a escribir y a conocer las particularidades del ámbito audiovisual. Con algo más de experiencia entre luces y cámaras llegó al departamento de producción de la televisora deportiva ESPN. Era el año 1997, y ya se rodeaba de voces relevantes como las de Ricardo Ortíz, Diego Balado, Kike Wolf o Luis Omar Tapia.
Este último percibió el talento de aquel sudamericano delgado y de gafas y lo recomendó para probarse como comentarista. Comenzaba así a forjarse no solo uno de los duetos más prominentes y populares de aquellos tiempos, sino también una amistad que dura hasta hoy. Biscayart se convirtió en Don Bisca para su compañero y el mundo del fútbol. Ambos, reconoce, "compartíamos muchos códigos de trabajo y de vida que propiciaron un nexo muy fuerte, una cercanía y complicidad inusual". Escucharlos durante las transmisiones de la Liga Española o la Liga de Campeones era un disfrute total, una dosis de conocimientos y goce imposible de obviar.
Don Bisca y Luis Omar Tapia conformaron a finales de los 90 una de las duplas más populares. FOX Deportes los juntó nuevamente, pero esta vez los acompañaba Diego Balado. Surgían así Los Tres Mosqueteros. Fotos tomadas de Internet.
Su salida de ESPN lo llevó por otros derroteros profesionales. No fueron pocas las cadenas televisivas que cotizaban sus servicios y conocimientos. Su voz matizó por varias épocas Mundiales de Fútbol (2002, 2006, 2014), Eurocopa (2008), Copa América (2007) y ligas internacionales como la italiana o las encumbradas 'champions'. Por esas cosas inexplicables del destino, fue la máxima competición a nivel de clubes, pero ahora desde los micrófonos de FOX Deportes, la encargada de juntarlo nuevamente con su entrañable amigo Luis Omar y su coterráneo Diego Balado. Allí conformaron una triada de lujo conocida entre la audiencia como 'Los Tres Mosqueteros'.
La final de la UEFA Champions League de 2018, en la bella ciudad de Kiev, la conservo en mi memoria con mucho cariño, pues descubrimos su historia, su gente y su cultura y, sobre todo, porque fue el último partido que hicimos juntos.
Trabajar juntos, dice, se convirtió en algo sencillo y que disfrutábamos mucho. Podíamos hacer las cosas con los ojos cerrados. Una mirada o simplemente una seña indicaba cuándo entrar o salir del diálogo sin interrumpirnos. Las bromas ocurrentes de Luis hacían más placenteras las jornadas. Compartimos, evoca, no pocos momentos emotivos y muchas finales de liga de campeones. Con cierto tono nostálgico en su voz, recuerda aquella de 2018 en la bella ciudad de Kiev. "Descubrimos su historia, a su gente y su cultura. Pero, sobre todo, la conservo con cariño en mi memoria porque fue el último partido que transmitimos juntos hasta ahora”, concluye.
Se antoja casi un misterio indescifrable para quienes tenemos el privilegio de haberlo visto en las televisoras, y quienes lo seguimos actualmente en su proyecto Fútbol Infinito, del cual es cofundador junto a su colega Jaime Macías, conocer cómo 'alimenta' ese mente privilegiada, cómo elabora sus comentarios sobre la base de historias y hechos curiosos. Para este fanático del Newell's Old Boys (club rosarino que juega en la primera división del balompié argentino) no existe método o secreto posible. "Se trata, afirma, de estudiar a los equipos y a sus protagonistas, los movimientos tácticos, los datos históricos y estadísticos; estar informado de las noticias y también de los rumores; y, más importante aún, respetar al partido, que siempre es mucho más importante e interesante que quienes lo cuentan".
En el mundo del fútbol, Don Bisca es un as de los números. Los maneja con tanta facilidad que parecen casi un juego para él. Pero no solo de cifras se alimenta su voraz mente. Gusta de la buena música, el arte y la poesía. Tiene un don, y es su sapiencia, y esa capacidad ilimitada de nutrirse de cuanto lo rodea, atarlo bien, y 'preparar' un análisis tan minucioso, como delicioso. El éxito que goza hoy es el resultado de una superación constante, de la labor de buenos maestros que le enseñaron sobre locución, redacción, trabajo de cámara y expresión. Y, también, mucho debe a esa fuente inagotable de pasión y disfrute por lo que hace. Esa cuerda diaria que propicia a su maquinaria no detenerse jamás.
... tengan un alto sentido de la autocrítica, busquen modelos para guiarse y reproducir ciertos códigos o maneras de hacer y valoren las oportunidades y a quienes te las dan.
Por eso recomienda a quienes se descubren en el periodismo que se entreguen, tengan un alto sentido de la autocrítica, busquen modelos para guiarse y reproducir ciertos códigos o maneras de hacer y valoren las oportunidades y a quienes te las dan. Esta labor que realizamos tienen mucho de oficio y profesión; es una mezcla perfecta de ambos, afirma, pues narramos hechos de la vida, tratando de explicarlos y al propio tiempo entenderlos. Aunque no soy bueno dando consejos, dice, eso me ha funcionado en mi carrera.
Eduardo Biscayart o Don Bisca, pues hace muchos años perdió para bien su nombre de pila en el ámbito televisivo, es una de esas personas con las cuales dialogamos y el tiempo parece detenerse. Cada idea que propone te lleva a imaginarlo en sus inconmensurables comentarios o hurgando en su inacabable Biscapedia, como también le llama su amigo Luis Omar Tapia a esa maravillosa mente. Se antoja difícil no verlo ya junto a sus inseparables Portos (Tapia) y Aramís (Diego Balado) en las transmisiones futbolísticas. Fueron tantos y tan buenos momentos que se extraña verlo parado ante el micrófono, elegante y distinguido como siempre, presto a dar sus acertadas opiniones. Para bien o para mal, siempre nos queda el recuerdo de lo bueno. Y usted, Don Bisca, es de los buenos.
Ezequiel te quedó bueno eso, interesante y a las ves entretenido.