top of page

Carta a mi viejo

  • Foto del escritor: Iván
    Iván
  • 19 jun 2022
  • 2 Min. de lectura
ree
Imagen tomada de Internet.

Papá:


Hoy amanecí con deseos de escribirte. Aunque vivimos en el mismo espacio, ya no nos sentamos a dialogar como antes. Nuestros horarios pocas veces concuerdan. Y cuando lo hacen, estamos inmersos en tantas cosas que con un saludo y un beso en la mejilla nos basta.


Añoro aquellos tiempos cuando me llevabas contigo a las reuniones. Era el "muñeco" de tus compañeras. Todos tenían que ver conmigo. Mucho me molestaba cuando una mujer se te acercaba y te decía algo. Sí, te celaba. Lo confieso y no siento pena por ello.


Crecí entre tus innumerables papeles y encuentros parlamentarios. Aún no olvido aquella mañana de los años noventa en que nos disponíamos a salir toda la familia para un campismo y de pronto llegó una mujer, agitada de tanto llanto, a solicitarte pronta solución para su vetusta casa. Tú, con esa amabilidad que a todos conquista, la atendiste primero, le devolviste la sonrisa, y luego partimos.


Recuerdo también la noche en que me llevaste al hospital por esa molesta fiebre que no desaparecía. Debemos inyectarlo, fue la respuesta del médico. Y tú, solícito ante todas mis peticiones, te confabulaste conmigo y sobre tus hombros salimos corriendo de allí. Hiciste mal, es cierto, pero no podías soportar ver llorar a tu pequeño.


O mis interminables ataques de asma. Eras -junto a mamá- el guardián perenne de aquellas malas noches. También el mago que resolvía los problemas hogareños, el papá presente en las reuniones escolares y el que cargado de bultos recorría varios kilómetros en su motocicleta para llegar hasta la escuela al campo donde me encontraba. Por suerte nunca te dejé llevarme de allí. Si no…


Nunca mostrabas tus malestares. Casi teníamos que obligarte para ir al consultorio. Me asusté mucho cuando tu piel se puso amarilla y tus ojos azulísimos apenas se notaban por esa dolencia del hígado. Entre tantos pesares no dejaste ni un minuto de sonreír y decirnos que todo estaba bien.


Pasó el tiempo y tu niño pequeño creció. Tu sapiencia fue la guía durante mi niñez y adolescencia. El consejo oportuno jamás faltó en tan complejas etapas. Fuiste mi ejemplo, mi todo. Crecer a tu lado me propició aprehender valores que he puesto en práctica en todo momento.


Solo hoy cuando asumo la paternidad de tu nieto comprendo cuán necesario fuiste y eres en mi existencia. Soy dichoso de tenerte a mi lado y saber que estás ahí. Gracias papá por ser tú mismo, por todo ese cariño que me profesas aun cuando nuestros horarios se empreñan en crear un abismo entre nosotros. Ah, y felicidades por tu día. Te quiere...


Tu hijo

Comentarios


bottom of page