Crónica de un diálogo inconcluso
- Iván
- 26 jun 2022
- 2 Min. de lectura

Encontrarlo no fue un golpe de suerte. Por mucho tiempo venía planificando nuestro acercamiento. Él, con certeza, no tenía la menor de idea de cuánto deseaba conocerlo. Le propuse realizar un breve sparring, pero desde el diálogo, espacio donde único puedo emparejarle la pelea. No quería correr igual suerte de quienes lo han tenido como rival. Me había propuesto salir victorioso de ese duelo.
Y lo logré, no sin antes evitar algunos jalones y tacles 'lingüísticos'. Mijaín López Núñez –de solo mencionar su nombre hace que las piernas se aflojen- es un hombre sencillo, solícito, de pueblo. No se me ocurre calificativo posible para enmarcar su grandeza deportiva. Por eso solo me propuse llamarlo campeón.
Si algo le sobra al oriundo de la más occidental de las provincias cubanas son los títulos. Posee en su haber todos los que entrega la Federación Internacional de Luchas Asociadas (siete preseas mundiales, de las cuales ¡CINCO! son de oro) y ¡CUATRO! galardones olímpicos de forma consecutiva. Logros que lo convierten en el más laureado de su deporte en Cuba, y de los pocos en el mundo con similar cantidad de preseas áureas.

El "Gigante de Herradura" inspira respeto y admiración entre sus rivales. Mantenerse en la cima por tanto tiempo conlleva altas dosis de preparación y entrega. No por gusto resulta casi imposible marcarle puntos en torneos oficiales. Y ni qué decir de vencerlo. El último en lograr tan compleja hazaña fue el turco Riza Kayaalp. Éxito que ha 'pagado' bien caro cuando se han vuelto a enfrentar.
Conversamos de muchos temas. Su estado de forma física y deportiva y la posible participación en otra cita estival. No se antoja nada sencillo llegar en óptimas condiciones a París 2024 y con poco más de cuatro décadas cumplidas. Mijaín no gusta de las derrotas, y es por eso que si no se siente listo para tan complejo escenario no optará por combatir.
En la más reciente actualización del ranking mundial, publicado por la entidad rectora de la lucha grecorromana en el mundo, el multimedallista criollo se ubica cuarto, posición inusual para alguien de su talante, pero dada por su poca intervención en torneos del alto nivel. Hay que evitar lesiones y preservarse.

Su inclusión entre lo más selecto del movimiento deportivo cubano es el reconocimiento de un pueblo que suda junto a él, agarra fuerte a su presa en el tapiz y siente palpitaciones cuando su estirpe de campeón se impone.
Los minutos reglamentarios estaban a punto de expirar. Fue un diálogo breve, pero interesante. Él supo esquivar mis intentos por 'sacarlo del tapiz'. Yo solo pude manejar el tiempo para no saberme derrotado. Sonó la “campana”. El dios Cronos decretó un empate técnico. Gracias campeón por esta conversación inconclusa.
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